La digitalización de los medios artísticos ha sido uno de los cambios más trascendentales y, a la vez, polémicos de la era digital impulsada por internet. Música, películas, juegos y últimamente libros pueden ser encontrados y descargados de manera sencilla a través de la red, lo cual ha permitido el aumento sostenido de la piratería a través de la web.
Así lo muestra un estudio de Business Software Alliance revelado ayer, que muestra cómo los productores de software perdieran un monto récord de US$ 53.000 millones en ventas potenciales en 2008. Si bien el foco de las descargas ilegales se suele concentrar en las películas y la música, ahora los piratas están apuntando la mirada a las obras literarias, gracias a la aparición de lectores de libros digitales como el Kindle de Amazon que, tal como ocurrió con la revolución del MP3, incentivan cada vez a más gente a llenar su equipos con contenidos ilegales.
EL NAPSTER DE LOS LIBROS
Tal como ocurriera con la aparición de los primeros reproductores digitales de música, los lectores de DVD o los grandes discos de almacenamiento, ha sido la irrupción de los e-readers las encargadas de abrir de manera masiva el campo de la piratería de los llamados e-books, de los cuales existen más de 275.000 sólo en la tienda Amazon.
Según Rodrigo León, abogado del estudio Silva & Cía., especialista en propiedad intelectual, es claro que la aparición de un nuevo hardware atrae la necesidad de conseguir contenido. "Al haber un dispositivo de reproducción digital de obras es claro que el mercado exigirá contenidos, haya o no licencias legales", señaló.
Así es como últimamente han surgido sitios web como Scribd.com y Wattpad.com. Si bien su principal objetivo es facilitar el intercambio de libros virtuales gratuitos y tesis académicas, nada impide que los usuarios suban contenidos no autorizados.
Y si bien ambas páginas tienen sistemas en que los usuarios pueden alertar de libros comerciales subidos ilegalmente, una vez bajados, éstos se distribuyen rápidamente a través de servicios de descarga de archivos como Rapidshare o Mediafire.
"Si bien los consumidores se anticiparon al crear sus propios canales, la inexistencia de un amplio número de tiendas no justifica en nada el distribuir material sin contar con los derechos", señala el abogado.
LA LECCIÓN APRENDIDA
David Young, director ejecutivo del grupo Hachette -que publica la popular serie de libros de vampiros Twilight, una de las más pirateadas en internet-, indicó al diario New York Times que el problema está creciendo de forma exponencial: "Nuestro departamento legal invierte cada vez más tiempo vigilando los sitios donde se trafica este material".
Otro ejemplo es la editorial "John Wiley & Sons", responsable de la serie de libros "para dummies", que tiene tres personas dedicadas a monitorear la red en búsqueda de copias no autorizadas. En un mes pueden llegar a presentar más de cinco mil quejas por títulos pirateados, cinco veces más que hace un año.
Para combatir esta tendencia, muchas editoriales ofrecen parte de sus contenidos gratis. Es el caso de Gutenberg.org o books.google.com, sitios que poseen gran cantidad de literatura disponible. En Chile, www.librosdementira.org permite a diversos autores nacionales ofrecer obras gratuitas y diseñadas para la distribución en línea.
LA AMENAZA DIGITAL EN CHILE
Tal como ocurrió con Napster, servicio para compartir música cuyo alcance llegó rápidamente a todo el mundo, en el tema de los libros digitales la situación se propaga gradualmente fuera de Estados Unidos.
Alejandro Urbina, representante de la Cámara Chilena del Libro, señala que si bien no hay cifras que cuantifiquen aún el daño a la industria, sí se sabe que los autores más requeridos en términos de piratería son Isabel Allende, Hernán Rivera Letelier y Stephanie Meyer, creadora de la famosa serie de libros sobre vampiros "Crepúsculo".
"Por lo general es público joven, sin muchos recursos y que posee una mentalidad derivada del uso de internet como fuente para descargar obras", señala.
Si bien en Chile la amenza sigue siendo la venta de libros en la calle, la distribución digital es un tema clave para la industria, ya que es a través de los medios digitales que las imprentas clandestinas obtienen los libros que luego copiarán.
"Al final no es un tema de formatos, sino de la inexistencia de una ley que castigue de manera ejemplar a los que negocian con este tipo de libros", sentenció.
ALTERNATIVAS GRATUITAS
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