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viernes, 15 de febrero de 2008

Crece la popularidad de la biotecnología en los países en desarrollo


A medida que crece el desarrollo de la agricultura genéticamente modificada en todo el mundo, su mayor incremento en popularidad en el 2007 se produjo en el mundo en desarrollo, de acuerdo con un informe divulgado el miércoles.

Los agricultores en 12 países desarrollados, incluyendo a Argentina y Brasil como líderes, cosecharon cultivos biotecnológicos en el 2007, superando por primera vez la cantidad de países industrializados donde se siembran ese tipo de cultivos, de acuerdo con el informe del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones de Agrobiotecnologías (ISAAA, por sus siglas en inglés), una organización sin fines de lucro respaldada por la industria que promueve el uso de biotecnología para aliviar la pobreza y el hambre en todo el mundo.

El informe fue financiado por la Fundación Rockefeller e Ibercaja, un banco español.

Argentina encabezó a los países en desarrollo con aproximadamente 19,1 millones de hectáreas en maíz, soya y algodón cultivados con esta tecnología.

Se ubicó en segundo lugar en hectáreas totales, superada solamente por Estados Unidos y seguida por Brasil, que tuvo un poco más de 14,9 millones de hectáreas de algodón y soya desarrollados con biotecnología.

España encabezó a los países europeos con aproximadamente 70.012 hectáreas de maíz modificado genéticamente, pero ubicada 12, detrás de Paraguay, Uruguay, Sudáfrica y las Filipinas.

De los 12 millones de agricultores en todo el mundo que sembraron semillas genéticamente modificadas, el informe indicó que 11 millones de ellos son "pobres en recursos".

Los críticos advirtieron que el cambio a este tipo de cultivos indica un control cada vez mayor de las grandes empresas sobre la agricultura tradicional. También dijeron que como existen muy pocas variedades de cultivos genéticamente modificados, el adoptar su uso podría atrapar a los agricultores pobres en un círculo de deudas con las compañías multinacionales propietarias de las patentes de las semillas.

Y los críticos denunciaron que gran parte de la cosecha es empleada para alimentar animales, en fibras para telas y en alimentos industrializados, y no llega a los platos de las personas.

Fuente: Agencias

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